El
acontecimiento que más impresionó a los supervivientes del S. XIX fue el
hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal. De los
movimientos democráticos de masas, el que más entrañaba el peligro más
inmediato era el movimiento obrero socialista.
A
pesar de la existencia de numerosos regímenes electorales representativos, en
los 20 transcurridos desde la marcha sobre Roma hasta el apogeo de las
potencias del Eje en la segunda guerra mundial, se registró un retroceso de las
instituciones políticas liberales.
Adolf
Hitler asumió el cargo de canciller de Alemania en 1933. La derecha era una
amenaza para el gobierno constitucional
y una amenaza ideológica para la civilización liberal como tal. Las
fuerzas que derribaron los regímenes liberales democráticos eran de tres tipos,
todas eran contrarias a la revolución social y en la raíz de todas ellas se
hallaba una reacción contra la subversión del viejo orden social, todas eran
autoritarias y hostiles a las instituciones políticas liberales, todas eran
nacionalistas y tendían a favorecer al ejército y a la policía.
El
ascenso de la derecha radical después de la primer guerra mundial fue una
respuesta al peligro de la revolución social y del fortalecimiento de la clase
obrera en general, y a la revolución de octubre.
Lo
que le dio oportunidad de triunfar a la derecha después de la primera guerra
mundial fue el hundimiento de los viejos regímenes y de las viejas clases
dirigentes. Las condiciones óptimas para el triunfo de esta ultraderecha extrema
eran un estado caduco cuyos mecanismos de gobierno no funcionan correctamente,
una masa de ciudadanos desencantados y descontentos, movimientos socialistas
que amenazasen y un resentimiento
nacionalista contra los tratados de paz.
Las
ventajas que tenía el fascismo para el capital eran: eliminó y venció la
revolución social izquierdista, suprimió los sindicatos obreros y otros
elementos que limitaban los derechos de la patronal, la destrucción de los
movimientos obreros contribuyó a garantizar a los capitalistas una respuesta
muy favorable a la Gran Depresión y dinamizó y modernizó las economías
industriales.
En
el tercer mundo un profundo conflicto separaba a los modernizadores, que eran
también los nacionalistas de la gran masa de la población.
La singularidad
de la guerra fría estibaba en que no había ningún peligro inminente de guerra
mundial. Los gobiernos de ambas superpotencias aceptaron el reparto global de
fuerzas establecido al final de la segunda guerra mundial. Una vez que la URSS
se hizo de armas nucleares, ambas potencias dejaron de utilizar la guerra como
arma política en sus relaciones mutuas. La guerra fría polarizó el mundo
dominado por las superpotencias en dos bandos. La amenaza de guerra constante
generó movimientos pacifistas internacionales. La guerra fría creo la Comunidad
Europea con todos sus problemas; una forma de organización política sin ningún
precedente, un organismo permanente para integrar las economías y los sistemas
legales de una serie de estados-nación independientes.

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