miércoles, 27 de agosto de 2014

Conclusión Historia del siglo XX (parte II)

El acontecimiento que más impresionó a los supervivientes del S. XIX fue el hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal. De los movimientos democráticos de masas, el que más entrañaba el peligro más inmediato era el movimiento obrero socialista.
A pesar de la existencia de numerosos regímenes electorales representativos, en los 20 transcurridos desde la marcha sobre Roma hasta el apogeo de las potencias del Eje en la segunda guerra mundial, se registró un retroceso de las instituciones políticas liberales.
Adolf Hitler asumió el cargo de canciller de Alemania en 1933. La derecha era una amenaza para el gobierno constitucional  y una amenaza ideológica para la civilización liberal como tal. Las fuerzas que derribaron los regímenes liberales democráticos eran de tres tipos, todas eran contrarias a la revolución social y en la raíz de todas ellas se hallaba una reacción contra la subversión del viejo orden social, todas eran autoritarias y hostiles a las instituciones políticas liberales, todas eran nacionalistas y tendían a favorecer al ejército y a la policía.
El ascenso de la derecha radical después de la primer guerra mundial fue una respuesta al peligro de la revolución social y del fortalecimiento de la clase obrera en general, y a la revolución de octubre.
Lo que le dio oportunidad de triunfar a la derecha después de la primera guerra mundial fue el hundimiento de los viejos regímenes y de las viejas clases dirigentes. Las condiciones óptimas para el triunfo de esta ultraderecha extrema eran un estado caduco cuyos mecanismos de gobierno no funcionan correctamente, una masa de ciudadanos desencantados y descontentos, movimientos socialistas que amenazasen  y un resentimiento nacionalista contra los tratados de paz.
Las ventajas que tenía el fascismo para el capital eran: eliminó y venció la revolución social izquierdista, suprimió los sindicatos obreros y otros elementos que limitaban los derechos de la patronal, la destrucción de los movimientos obreros contribuyó a garantizar a los capitalistas una respuesta muy favorable a la Gran Depresión y dinamizó y modernizó las economías industriales.
En el tercer mundo un profundo conflicto separaba a los modernizadores, que eran también los nacionalistas de la gran masa de la población.
La singularidad de la guerra fría estibaba en que no había ningún peligro inminente de guerra mundial. Los gobiernos de ambas superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas establecido al final de la segunda guerra mundial. Una vez que la URSS se hizo de armas nucleares, ambas potencias dejaron de utilizar la guerra como arma política en sus relaciones mutuas. La guerra fría polarizó el mundo dominado por las superpotencias en dos bandos. La amenaza de guerra constante generó movimientos pacifistas internacionales. La guerra fría creo la Comunidad Europea con todos sus problemas; una forma de organización política sin ningún precedente, un organismo permanente para integrar las economías y los sistemas legales de una serie de estados-nación independientes.




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