Cárdenas
había heredado una economía que iba recuperándose de la depresión y así como
aumentó el ingreso, también lo hizo el gasto público, provocando presiones
inflacionarias. Aunque el poder adquisitivo total de los salarios fue en
aumento, beneficiando al mercado nacional. La inflación peligró conquistas
recientes de la clase obrera y frenó la inversión privada.
Se
dio el nacimiento de la Unión Nacionalista Sinarquista, el cual es un
movimiento integrista católico de masas que rechazaba la Revolución, liberalismo,
socialismo, lucha de clases, materialismo estadounidense, ofreciendo en su
lugar los valores de la religión, familia, propiedad privada y la solidaridad
social.
Dentro
y fuera de la PRM empezaron a formarse grupos rivales. Dividido internamente,
el partido no podía garantizar una sucesión sin problemas, así que Ávila
Camacho se valió de organizaciones paralelas, ajenas al partido, para preparar
su campaña. La negativa de un presidente por elegir su sucesión constituyó una
invitación al faccionalismo, una auto mutilación del poder presidencial y una
sentencia de muerte para la izquierda oficial.
Fue
Almazán quien se erigió ahora en principal adversario de Ávila Camacho. El
almazanismo constituía un punto en el cual se reunían todos los grupos que eran
hostiles a la manipulación oficial y criticaban a un régimen que había
desorganizado la economía y traído pobreza al pueblo.
Ávila
Camacho gana las elecciones y se proclama en contra del comunismo y la lucha de
clases. Hubo un ambiente de incertidumbre y miedo por participación de México en la guerra y por la
dependencia económica y militar de Estados Unidos
A
raíz del ataque contra Pearl Harbor, México rompió relaciones con las potencias
del Eje y concedió derechos especiales a la marina de guerra estadounidense. La
principal aportación de México seguía siendo económica “batalla por la
producción”. La guerra ofreció un terreno magnífico para construir el consenso
nacional con el cual estaba comprometido el régimen, y al que ahora también
contribuía Estados Unidos en el papel de codemocracia y aliado militar.
La
penetración del modo de vivir norteamericano se dio tanto por la influencia
bélica, como por la colaboración económica.
Al incremento del comercio lo acompañó otro de las inversiones estadounidenses,
especialmente de la industria manufacturera.
La cooperación con Estados Unidos brindó una vía rápida para alcanzar la
industrialización.
La
segunda guerra mundial provocó un giro espectacular en el flujo de migración
mexicana a Estados Unidos. Ambos
gobierno procuraron controlar esta corriente: el estadounidense con el fin de
garantizar mano de obra suficiente par la economía de guerra; el mexicano, para
hesitar la escasez de mano de obra en su país.
En
1942, el vínculo con Estados Unidos, a la que se sumó el crecimiento de la
población, déficit público y malas cosechas, empezó a generar tasas de
inflación.
En
la agricultura, la administración afirmaba que era imparcial y que defendía
tanto la propiedad ejidal como la privada.
El ejido fue relegado a un segundo plano y se cambió su funcionamiento
interno. Había dejado de ser un proyecto
social y económico por derecho propio y se estaba convirtiendo en una accesorio
productivo de la economía industrial y urbana.
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