La
recuperación tras la segunda guerra mundial era prioridad de los países
europeos y Japón Los años dorados fueron cuando La mayoría de los países habían
vuelto a los niveles de preguerra La
población del tercer mundo aumentó la esperanza de vida se prolongó, producción
de alimentos aumentó en países desarrollados hasta producir excedentes de
producción. Se dio un crecimiento en los países industrializados. Por lo tanto
la edad de oro fue un ámbito de carácter mundial. Las consecuencias de la edad
de oro fueron: Contaminación y deterioro ecológico, reestructuración y reforma
del capitalismo y el avance en la globalización
e internacionalización de la economía. La reestructuración y reforma del
capitalismo ocasionaron que se produjera una economía mixta lo que facilitó a
los estados la planificación y la gestión de la modernización económica, además
de incrementar la demanda. Mientras que el avance en la globalización e
internacionalización de la economía produjo una división internacional del
trabajo más compleja por lo que se multiplicó la capacidad productiva de la
economía mundial.
Durante
la revolución social (1945-1990), uno
de los cambios fundamentales fue la muerte del campesinado, que se negaba a
desaparecer para el siglo XX. El mundo de la segunda mitad del siglo XX se
urbanizó, apareciendo las grandes capitales.
Las aglomeraciones urbanas más grandes de finales de los ochenta se
encontraban en el tercer mundo. Mientras
el mundo desarrollado seguía estando mucho más urbanizado que el mundo pobre,
sus propias grandes ciudades se disolvían.
La típica gran ciudad del mundo desarrollado se convirtió en una región
de centros urbanos interrelacionados. La
ciudad del tercer mundo, aunque conectada también por redes de transporte
público, no dejaba de estar dispersa y mal estructurada.
Se dio un auge de las profesiones para las
que se necesitaban estudios secundarios y superiores. Los estudiantes eran
transnacionales al desplazarse y comunicarse ideas y experiencias más allá de
las fronteras. Los Estudiantes mexicanos aprendieron pronto que el Estado y el
aparato del partido reclutaban sus cuadros fundamentalmente en las
universidades, y que cuantos más
revolucionarios fuesen como estudiantes, mejores serían los empleos que les
ofrecerían al licenciarse.
La vida de la clase obrera se vio
seriamente afectada por la máxima expansión, pleno empleo y sociedad de consumo. Las migraciones en masa provocaron la
diversificación étnica y racial de la clase obrera, con los consiguientes
conflictos. Esto fue facilitado por los
movimientos socialistas obreros tradicionales.
La revolución cultural de fines del siglo
XX debe entenderse como el triunfo del individuo sobre la sociedad. De ahí la inseguridad traumática que se
producía en cuanto las antiguas normas de conducta se abolían o perdían su
razón de ser o la incomprensión entre quienes sentían esa desaparición y quienes
eran demasiado jóvenes para haber conocido otra cosa que una sociedad sin
reglas.
Las instituciones a las que más afectó el
nuevo individualismo moral fueron la familia tradicional y las iglesias
tradicionales. El aborto y derecho al
divorcio abrieron la brecha más honda entre la Iglesia y lo que en el siglo XIX
había sido su reserva espiritual. Fue la
revolución cultural del último tercio del siglo lo que comenzó a erosionar el
patrimonio histórico del capitalismo y a demostrar las dificultades de operar
sin ese patrimonio.
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